De nuestra parte.

Vivimos en capsulas. Buscamos aislarnos de las realidades que nos produzcan daños.

Necesitamos sentirnos a gusto con nuestra vida, buscar placeres, tener sentimientos que nos protejan, que no nos hagan sentir miedo, daño ni a nosotros ni a los nuestros.

En ese camino, buscamos a dioses que nos refugie de la realidad, del dolor. Necesitamos un control de nuestras vidas en las que no nos falte de nada, y damos gracias a lo que sea para que esa necesidad  de protección sea efectiva. Cada uno afronta la adversidad de su existencia lo mejor que puede, pero en el fondo, todos luchamos por sobrevivir a nuestra manera, se trata de ese instinto que como ser vivo llevamos impregnado.

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Por eso, cuando se producen situaciones como las que vemos cada día en nuestro salón, o recibimos en nuestras pantallas de móviles, pasamos por ellas con la premura de quitarnos cuanto antes el sufrimiento ajeno.

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Es cosa de los que mandan. Por supuesto que lo es. Pero sin nuestra presión, los que mandan no solucionaran problemas como el que tenemos en nuestras costas. A escasas horas de avión  de nuestra casa.

Hay, regados por Europa, miles de personas que tan solo buscan encontrar sus cápsulas.

Seres humanos desplazados que también tienen sus dioses, que también tienen sus miedos, que también poseen sus hijos y tan solo huyen del terror y la muerte que sin ellos decidirlo, otros le han patrocinado.

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Y muchos, se quedan en el camino. ¿ Quien nos garantiza que no sean parte de nosotros?.

 

 

 

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